jueves, 6 de agosto de 2009

Los ciclos de la vida



Leído en un famoso blog..... para decidir muchas cosas.

La vida es una serie de ciclos que se van formando según las diferentes etapas que vamos pasando. La vida es un constante movimiento dentro del tiempo y el espacio, y estos ciclos van formando una cadena, que según la calidad y fuerza que tenga, va a determinar la calidad de vida que tengamos. Cada situación vivida en una etapa debemos de concluirla. Es decir cerrar ese círculo para poder pasar a la siguiente etapa.

Tenemos la etapa de nuestra infancia, de cuando fuimos niños y dependíamos de algún adulto. Probablemente, en su momento hubo sentimientos de desamparo, de envidia con los hermanos y en fin, muchos hechos que nos pudieron lastimar. Sin embargo no existen mayores responsabilidades, mamá y papá resuelven todo. Para pasar a la siguiente etapa debemos cerrar este ciclo, a través del perdón y quedándonos con lo mejor de ella. Este ciclo tiene sus propias características, vivencias, emociones, capacidades, pensamientos, retos, etc.

Sigue la etapa de la adolescencia con sus virtudes y sus defectos.
La época en que queremos hacer muchas cosas pero todavía estamos sujetos a las personas mayores que “no me entienden” y “no me dejan hacer nada de lo que yo quiero”. Somos capaces de hacer cualquier locura. Estamos despertando a una nueva vida desconocida para nosotros. Empezamos a descubrir al otro sexo, y nos empieza a llamar la atención. Experimentamos nuevas sensaciones. Existe un ansia de vivir y tener nuevas experiencias. También hay muchas vivencias, seguramente algunas decepcionantes y otras de incomprensión, puede haber algún rencor hacia los padres o hacia alguien. Es la época donde surge normalmente nuestro primer amor.
Este ciclo también tiene sus propios retos características, riesgos, emociones y pensamientos. Somos indecisos, volubles, ágiles, rápidos, si estamos a gusto no existe el cansancio. Pero también es la etapa de vivencias grandiosas, nuevas y llenas de satisfacción.

Para pasar al siguiente ciclo, igualmente limpiemos nuestra vida de esas sensaciones que nos hacen daño. Perdonemos y cerremos este ciclo en paz agradeciendo todas las enseñanzas vividas y experimentadas.

Está la etapa de la juventud donde definimos realmente nuestra profesión o actividad a la que queremos dedicarnos. Normalmente ya hemos tenido o tenemos novi@ y pensamos en formar una familia en cuanto podamos. Ya tenemos, mas o menos, una línea definida en la vida. Sigue habiendo riesgos, retos, y características, así como pensamientos acerca de nuestras vivencias. Aquí pueden surgir problemas con la pareja, y con el trabajo.
Quedémonos con la enseñanza y dejemos a un lado todo lo que nos pudo hacer daño. Nuestra parte física es muy ágil. Es el ciclo de los grandes sueños. Mantenemos un alto grado de energía. Podemos dejar de dormir, pero nunca dejar de asistir a una fiesta hasta el final.

La etapa del adulto medio es la más grande, la más rica en vivencias y debe ser la más sólida. Este empieza en la etapa de la vida en la que nos convertimos en padres o definimos nuestra vida independizándonos y empiezan las responsabilidades hacia la familia que hemos formado o hacia los otros con los que convivimos. Aquí empezamos a ser protectores de los hijos y de los padres con más conciencia de ello. Surgen problemas de relación con nuestra pareja, nuestros hijos y nuestros padres en la vida cotidiana.
La familia o el trabajo los empezamos a sentir muy demandantes. Los problemas aumentan, conforme los hijos van creciendo, o conforme vamos creciendo en nuestra profesión. Pero no sólo eso, igualmente los gastos aumentan con el estrés. La responsabilidad en el trabajo es mayor ya que otros dependen de nuestro éxito o fracaso. Nuestro tiempo y energía se empieza a compartir con otros. Los hijos crecen y con ellos las preocupaciones y las responsabilidades. Tenemos que aprender a empezar a soltar a los hijos con el tiempo y dejarlos que aprendan de la vida por sí mismos. Nos damos cuenta que nuestros padres merecen nuestra atención, pero ya no nos es posible visitarlos tan seguido. Se están volviendo viejos. Pasan a segundo término y no podemos hacer nada al respecto y esto puede hacernos sentir mal.
Es una gran incongruencia que nos presenta la vida, en el momento que más nos necesitan es cuando menos tiempo tenemos para ellos. Nuestra familia está primero y nos demanda casi todo nuestro tiempo.

Nuestros valores y nuestras prioridades se establecen. Es la época en que me defino como hombre o mujer exitosa o lo contrario. Los hijos crecen y se convierten en nuestros jueces más implacables. Ellos empiezan a definir sus propios valores y nos damos cuenta de que no son los nuestros. Ahora ellos son los “incomprendidos”, y el círculo de la vida sigue girando. Es una etapa muy larga y definitiva en nuestras vidas. Es un ciclo que tenemos que cuidar especialmente. Es la etapa de muchas decisiones, responsabilidades, retos, vivencias fuertes, grandes decisiones compartidas.
Este ciclo requiere de ir cerrando las diferentes etapas que se encuentran en él, haciendo lo mejor que podamos, curando heridas y dándonos cuenta que es el ciclo más rico en vivencias y decisiones. Es la etapa de las grandes enseñanzas, donde la siembra es mayor y de ella depende, básicamente la calidad de mi próximo ciclo.

Y por fin llega la etapa del adulto mayor. Este es el ciclo del conocimiento, de la experiencia, donde cosechamos todo lo sembrado. Donde ya no hay que fingir ante los demás, ya podemos darnos el lujo de ser como somos ante el mundo. Es la etapa de la satisfacción y la ternura. Es el ciclo donde ya no es tan importante tener a los nuestros físicamente con nosotros, pues los llevamos en el corazón. Es la etapa de la vida donde los hijos ya no están físicamente. Solamente está mi pareja si es que hemos sabido y podido mantener la relación, o tal vez nos encontremos con una separación de años o quizá con la viudez. Sin embargo, esto no le quita a esta etapa la importancia que tiene. Es el momento de la gran decisión de nuestra vida: dar gracias por todo lo vivido, lo bueno y lo malo, de lo que aprendimos y que nos ha venido conformado hasta este momento o lamentarme por lo que ya no tengo o no puedo hacer.

Para llegar a tener una vida plena en esta etapa, tuvimos que haber cerrado todos los ciclos anteriores, dejar los resentimientos y los malos ratos, y quedarnos sólo con lo mejor que nos brindaron. Haber pasado de uno al otro con la plena convicción que lo vivido en cada uno de ellos fue lo mejor que pudimos hacer en ese momento. Aquí caemos en cuenta de que somos seres humanos con errores y aciertos, pero eso sí, muy valiosos.

El que físicamente ya no seamos capaces de hacer muchas cosas, y que probablemente el cuerpo ya no se encuentre del todo sano, no se compara con la satisfacción de ver a nuestro alrededor lo que hemos logrado, lo que aprendimos de todo aquello que no pudo ser, y demos gracias por todas las capacidades que pudimos poner en acción en cada etapa y seguir viendo hacia el frente, para que el último ciclo de nuestra vida sea el del triunfo.

Los hijos ya no están físicamente con nosotros pero en cada logro de ellos hay un pedacito de nosotros. Están ocupados en su propia vida tal y como nosotros lo hemos estado con la nuestra. Dejémoslos vivir su vida y gocemos la nuestra a través de todo lo que hemos logrado en cada etapa que hemos cerrado y en la siguiente que se ha abierto.

Vivamos cada etapa de nuestra vida dándonos cuenta de qué es lo que nos toca vivir en este momento, y estemos dispuestos a cerrar el ciclo cuando se tenga que hacer, para poder abrir el siguiente con esperanza y gratitud.

El éxito en la vida está en nuestra capacidad de cerrar y abrir los ciclos que forman esta cadena maravillosa de eventos, vivencias y experiencias que nos conforman.

Nunca es tarde para hacerlo.

Siempre tendremos dos opciones: vivir la vida con todo lo que conlleva o sufrirla. Esta es nuestra propia decisión, de nadie más.

Leido en estrategias pnl

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